Hay muchísimas razones para tomar una fotografía. Siempre. Hay personas deseosas de mostrar sus habilidades, de compartir el mundo que conocen, de expresar inquietudes, de dar forma al torbellino de creatividad que tienen en su interior. Todas y cada una, formas justificadas y admirables.
Pero, en un mundo en el que la palabra fotógrafo ya no está asociada a la persona que vive exclusivamente de esta disciplina, sino que atiende más a la persona que tiene a su disposición los medios para desarrollarla, quiero pensar que aun queda tiempo para tomar imágenes únicamente por el placer de hacerlo.
Y no hay nada que me complazca más que retratar a personas sencillas y auténticas, en los momentos que las definen.
Esa es la mayor gratificación que jamás esperé, y me siento realmente afortunado de poder vivir así. Supongo que ahí está el secreto, en las pequeñas cosas de la vida.
Pero, en un mundo en el que la palabra fotógrafo ya no está asociada a la persona que vive exclusivamente de esta disciplina, sino que atiende más a la persona que tiene a su disposición los medios para desarrollarla, quiero pensar que aun queda tiempo para tomar imágenes únicamente por el placer de hacerlo.
Y no hay nada que me complazca más que retratar a personas sencillas y auténticas, en los momentos que las definen.
Esa es la mayor gratificación que jamás esperé, y me siento realmente afortunado de poder vivir así. Supongo que ahí está el secreto, en las pequeñas cosas de la vida.