Cienojetes... Recuerdo como dieron el pelotazo con su artículo "Mi cuñado quería ser fotógrafo" a principios de año y cuanta polvareda levantaron en ese momento. Es cierto que hay algunas veces que se pasan de volumen y que me es imposible el estar completamente de acuerdo con todo lo que escriben, pero sí que me han dado unas horitas semanales de lectura y meditación poniendo siempre el dedo en la llaga de un modo descarado y mordaz.
Hoy me he encontrado esta entrada "Las escuelas como catapultas" y, ahora que tengo unos minutos antes de salir con la mochila por la puerta, he pensado en dedicarles unas líneas. Con esta crítica en concreto, inauguran una etiqueta que me ha parecido muy interesante, Trampas de la fotografía contemporánea, que pienso ir siguiendo con atención.
En principio, recomiendo que os paseis por su página. Si se leen con la mente abierta, pueden llegar a ser muy divertidas sus afirmaciones, ¡pero cuidado! Cuando las personas comienzan a usar sus frases como herramientas para apuntalar los propios puntos de vista, pueden acabar escaldadas.
Un ejemplo muy concreto es este del artículo que menciono sobre las escuelas de fotografía. Me he reido bastante leyéndolo y me parece muy oportuno. Hubo un momento en el que los talleres y workshops fueron constantes pero ahora, llega la segunda generación al otro lado de la mesa del profesor. La de quien recién acabado un curso (o diez), se pone a dar clases. Es cierto que ahora, en una época en la que todo tiene que llegarnos fácil y rápido, se hace Agosto con cursos, talleres y demás de una forma sonrojante y descarada. Pero por encima de todo, es un negocio del que algunos aspiran a sacar sustento de su inversión y no me parece mal, no todo va a ser culpa de la oferta, porque cada uno debería ser un poco responsable de lo que compra, ¿no?
Lo que sí me parece preocupante es que la vara de medir de un profesor en concreto, sea su popularidad o proyección, por encima de sus méritos reales. Nadie se pregunta realmente qué se nos puede enseñar y como se adaptará eso a lo que uno pretende expresar. A menudo me pregunto si la gente quiere ser fotógrafo o celebridad. Yo vivo en una ciudad mediana, y evidentemente, hay academias y profesores. Para un nivel básico, no digo que sean una buena piedra que yo mismo recomiendo, pero vender el éxito en un diploma me parece excesivo, sobre todo cuando la mayor parte de las veces lo hace alguien que lleva prácticamente menos tiempo con la cámara en la mano que el grueso de sus alumnos.
¿Significa eso que yo piense que un maestro no puede ser incluso autodidacta? ¡En absoluto! Es cierto que hay caminos distintos y aventurarse en el propio siempre ha sido una parte importante de la fotografía como tal. Después de todo, estamos hablando de una forma de expresión y, cuando uno coge un método apropiado, los resultados parecen llegar de una forma u otra. Pero de ahí a que uno esté capacitado para difundir ese camino en concreto, me parece un poco aventurado. Yo prefiero ver navegar un poco más el velero antes de comprarlo, por prudencia, vamos. Y luego está el asunto de las formas.
Curiosamente, conozco pocos ejemplares de personas mas arrogantes que algunas de las que acaban justo de pasar por debajo de la línea que separa la afición de la profesionalidad. Tanto complejo no creo que sea bueno, y se pone de manifiesto en detalles como la velocidad a la que dejan de hacer la pelota de una forma que dá vergüenza ajena, a despreciar e insultar a quienes quieren pensar han dejado atrás. No veo en absoluto como una persona así puede estar capacitada para ganarse el respeto necesario como para ponerse en situación no de imponer, sino de enseñar algo a alguien, la verdad.
Y no digo en absoluto que hablemos de personas incompetentes, sino mas bién de que una cosa es ser un experto, y otra muy distinta ser un maestro. Así luego se ven legiones de clones porque la gente no aprende realmente más que el sistema concreto de otra persona. Sácalos de ahí, y vendrán los llantos y crujir de dientes que luego se ven por los foros y en las charlas de café.
Por mi parte, solo puedo aconsejar a la gente ser crítica. Ver mas allá de las fachadas y profundizar en la persona que nos está pidiendo dinero. A veces, todo es tan sencillo como tener un poco de perspectiva. Una carrera estable, unos clientes apropiados y una experiencia docente que vaya más alla de unos pocos años de talleres o interinos en alguna escuela. Además, queda el asunto de que si la vara de medir tuviese que ser la popularidad, lo estamos haciendo mal. La celebridad es algo que se compra barato. Hoy 30 likes en una foto que te hacen sentir el rey del mambo te la dan 30 amigos a los que replicas y tienes cerca. Es algo sorprendente cuando hay personas totalmente anónimas que superan tranquilamente los 400 o 500 likes de media por publicación que yo creo ponen los puntos sobre las íes en este tema. Por poner.
Ya veís que dá juego el tema, y este es solo un ejemplo. Como dije antes, os recomiendo la página. Una vez ahí, si gustais, probablemente le acabéis sacando partido. El truco es, como siempre, pensar pero no personalizar.