Mi fotografía del viernes tiene ya algunos meses. Sin embargo, no puedo dejar de mirarla porque representa mucho más de lo que muestra en un primer vistazo. Recuerdo que la tomé un día cualquiera sin pensar. Estaba en una de estas reuniones familiares muy ruidosas y llenas de vida y no pude sino maravillarme de la fantástica fuerza que tenía. El precioso entorno, el dinamismo, la energía de todo el mundo y los perrazos que tenemos, porque no se pueden llamar de otra forma, participando de todo lo que hacíamos.

No tenía pensado fotografiar, pero como siempre, llevába la cámara en la mochila. En serio, había prometido no sacarla, pero mientras era consciente de ello, también sabía que mis dedos la estaban buscando. Fué solo un segundo, una travesura de un disparo y la guardé, quizá esperando que nadie se hubiese dado cuenta, pero me encantó el resultado cuando lo ví en casa. La fotografía te dá cosas así. La forma de recordar un día tras otro lo hermoso que hay en tu vida, lo vibrante que puede llegar a ser un día y todo lo que realmente importa en el Universo.

Es viernes. Un gran día para salir a la calle y tomarse la cámara como lo que también es. Nuestro juguete. Porque todos y cada uno de nosotros somos los modernos contadores de historias. Y cada uno es libre de hacerlo como desee.

Canon 1DmkIV - EF 24-70mm f/2.8 - 1/800 seg en f/5,6 ISO 400. Un día cualquiera. (El pato de goma sobrevivió sin secuelas)... (Bueno, en realidad... lo perdimos ese día).