Cómo los Reyes me han recordado a Jolie by Pitt.

18 enero 2016 - Editorial - Comentar -

Para no pocos hogares, ayer fue un gran momento de intercambio de presentes entre los miembros de la familia. Es una bella tradición que no tiene que ver en absoluto con creencias religiosas, sino con el deseo de aprovechar una ocasión señalada para mostrar el aprecio y el cariño.

Tengo el teléfono un poco saturado de mensajes que me anuncian alegremente la llegada de una cámara fotográfica a las manos de una persona que la deseaba con anhelo, algo que me ha encantado poder compartir.

La mayor parte de los mensajes me incluyen todo tipo de preguntas desde las mas técnicas a las mas abstractas, pero me ha llamado especialmente la atención aquellas referidas al “¿Y ahora qué?”. A menudo, consideramos la fotografía como algo idealizado, pensamiento influido y alimentado por muchas personas que desean buscar una justificación artística que diferencie su trabajo del que otros hacen. Es pública mi postura opuesta a este pensamiento en concreto. 

No voy a negar el componente creativo de la fotografía, una disciplina sujeta, como tantas, al pensamiento subjetivo de quien crea una imagen y de quien la observa, pero creo que permitir que algo así lastre lo que debería ser una experiencia liberadora y enriquecedora no me parece que sea un camino apropiado.

Como el de tantas otras personas, mi acercamiento a la imagen fija viene motivado por un deseo de documentar aquello y aquellas personas que, de un modo u otro influyen en mi vida. Esa es la razón de que cargue baterías por la noche y me mueva constantemente con una cámara al hombro. La fotografía es, en primer lugar, un acto privado y, como suelo decir, a veces alguien desea que tú te hagas cargo de retratar sus propios intereses. Pero este fin último jamás es algo que determine mis propias motivaciones para nada de lo que hago en el tiempo que me dedico a mí mismo.

 

Cuando cualquiera me ha preguntado sobre los primeros pasos a dar con la cámara en la mano, siempre he sido de recomendar que se ponga interés en redescubrir la cotidianidad. Los pequeños placeres que iluminan nuestros días son un motivo apasionante para dar uso a la cámara, y están llenos de retos técnicos que, sin darnos cuenta, mejoran a diario nuestro manejo y la capacidad de captar el momento en cualquier situación. Reuniones familiares, salidas con amigos, detalles de nuestra habitación, las relaciones que se establecen con aquellos que conocemos… No sabría como terminar una lista como esta.

 

Es por ello que a todos los que podáis encontraros en esta situación, os recomiendo dejar de pensar en lo que los demás verán en vuestra fotografía y recordar que la cámara es, por encima de todo, un medio de expresión de vuestros intereses.

 

Para ilustrar este punto, os he rescatado unas imágenes que ya, en su momento, reseñé por lo interesantes que me parecieron. Todo el mundo conoce la parte pública de la vida de personas como Angelina Jolie y Brad Pitt, una de las parejas mas representativas de Hollywood, hasta el punto de pensar que todas y cada una de las acciones y gestos que realizan son medidos y calculados. Yo no estoy en desacuerdo. Sigo con interés tanto sus carreras cinematográficas (Ayer vi “Leyendas de Pasión” con un amigo precisamente, y hace un par de semanas “El Intercambio” con mi madre), como su labor humanitaria y de concienciación social. Sin embargo, esto no tiene por qué interponerse en el deseo de ser una pareja normal, familiar y con un profundo deseo de disfrutar su intimidad.

 

Precisamente, a finales de 2008, la revista W Magazine publicó una serie de instantáneas de esa intimidad, retratadas por el propio Brad Pitt, donde Angelina sale tan natural y auténtica que realmente no pude sino guardarlas en mi propio archivo visual. Una selección de estas imágenes las tenéis de nuevo en este post, y si deseáis ver la serie completa, podéis encontrarla siguiendo este enlace.

 

Espero que con ellas veáis que no es necesario que una fotografía sea técnicamente perfecta para que su resultado sea delicioso, sencillamente hay que tener siempre en cuenta la emotividad y la implicación que circula entre un lado y otro de la lente. Lo demás viene cuando debe.

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